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Corredor Verde del Guadiamar

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Sierra, campiña y marisma… La riqueza natural de la provincia de Sevilla está en la diversidad de sus paisajes, por eso es tan necesaria su conservación, una tarea que depende de todos.

Hubo un tiempo en que el río Guadiamar unía Sierra Morena y las marismas de Doñana, fertilizando la tierra y permitiendo el trasiego de especies animales y vegetales.

De la prosperidad de la cuenca del Guadiamar tenemos indicios desde antiguo: los restos romanos en su curso ilustran el paso de las culturas, sustentadas por los recursos mineros y agrícolas de esta generosa tierra.

Con el paso del tiempo, como en cualquier cuenca minera, el río fue perdiendo vida.
El cereal y los pastos hacían uniformes los terrenos de campiña, los bosques de ribera tornaron en terrenos de fértiles cultivos.

Culminando este proceso de alteración del paisaje, en 1998 se produjo la rotura de una balsa de residuos mineros, en las proximidades del cauce… Se hacía necesaria una actuación urgente y coordinada.

La rápida reacción de las administraciones públicas para limpiar los terrenos afectados fue el cimiento de la recuperación de este espacio para uso y disfrute de todos.

Tras la limpieza, la Junta de Andalucía adquirió la propiedad de los terrenos y emprendió un ambicioso proyecto de restauración ambiental. Lo que eran tierras de cultivo pasaron a ser terrenos forestales.

Al mismo tiempo que se trabajaba en recuperar la funcionalidad ecológica de estos ambientes, se emprendió la tarea de construir Equipamientos de Uso Público para facilitar la función social y recreativa de un territorio olvidado, para convertirlo, finalmente, en un auténtico corredor verde. Así en abril del 2003 fue declarado el primer Paisaje Protegido en Andalucía.

Ahora la recuperación de la fauna del río es ya un hecho. La presencia de la nutria en sus aguas es un buen indicador del éxito de estas intervenciones. Además, la abundancia de otras especies, como la perdiz o la liebre, está convirtiendo al Corredor Verde en un medio idóneo para la observación de rapaces, que utilizan este espacio como privilegiado cazadero.

El Corredor Verde es un entorno apropiado para el turismo de naturaleza y cultura.

El itinerario de más de 60 kilómetros, que nos llevará de Norte a Sur hasta las puertas de Doñana, se inicia en el entorno minero de Aznalcóllar.

Conocida por su actividad minera desde la antigüedad, hoy podemos decir que esta localidad es la puerta de acceso al Corredor Verde.

A partir de aquí, se han habilitado rutas para practicar senderismo, para recorrer en bicicleta o a caballo, a través de las cuales podemos acompañar al río en su curso.

En la actualidad, su estado de recuperación es tal, que ya funciona como auténtico corredor ecológico de muchas especies. Es el caso de las aves, que se pueden contemplar desde el observatorio de El Palmar.

Continuando nuestro camino, nos encontramos con Olivares, una localidad con una historia de siglos, que se ofrece ante el visitante como un destello del esplendor barroco del Aljarafe.

Siguiendo rumbo al sur, los monumentos de Sanlúcar, de herencia islámica, manifiestan un protagonismo en época de la conquista, que aún pervive en sus haciendas y cortijos.

Junto a esta localidad, lo que era una gravera abandonada se ha convertido en el área recreativa Las Doblas.

Éste es un entorno de ocio que cuenta con instalaciones para descansar y comer. Además de las mesas y barbacoas, se ha construido una pasarela sobre la laguna, desde donde se puede observar la vegetación lacustre y las aves que allí encuentran refugio.

Continuando el itinerario por el Corredor, nos reciben dos localidades de marcada tradición agrícola: Huévar y Benacazón.

Al oeste, se encuentra Huévar, cuyos edificios más destacados son antiguas haciendas de uso residencial y agropecuario.

Mientras, al Este, Benacazón es otro de esos pueblos que ha crecido a la sombra de los olivos.

En su entorno, sobre lo que era una gigantesca escombrera, se ha construido el Mirador de la Cárcava. Desde su altura, se pueden contemplar las caídas del Escarpe del Aljarafe, y los serenos paisajes de vegas y campiñas, con el río Guadiamar como actor indiscutible de la escena.

Aunque el punto neurálgico de la visita al Corredor Verde del Guadiamar será Aznalcázar. Esta ciudad conserva en su nombre y en su casco urbano la esencia árabe, aunque sus primeros restos de importancia se remontan ya a la época romana.

Este es el caso del puente romano, aún en pie dentro del mismo corredor. Junto a estos restos, se localiza el Centro de Visitantes del Guadiamar. En la otra orilla, el Jardín Botánico de Buitrago, en el que se ha habilitado una pequeña área recreativa.

 

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